martes, julio 26, 2005

Philosophia sphaera-pes

o Filosofía del Balón-pié

Existen de temas a temas en cuanto a conversaciones se refiere. Podría clasificarlas por tema, por gusto o por incomodidad hacia los mismos. Están por ejemplo las que me agradan, las que evito por no herir susceptibilidades, las que me incomodan porque está incluido el comadreo y las que puedo librar con un par de líneas ensayadas sin mayores soslayos y salir airoso sin caer en la etiqueta de ignorante.

Las que definitivamente no soporto son las conversaciones filosóficas acerca del balompié, fútbol, soccer o como se le quiera llamar. Es un mal imperante con el cual mi trasgresión del enunciado de Karl Marx —La religión es el opio de las masas— resulta cada vez más real: El fútbol es el opio de las masas.

Lo que si tengo seguro es que se invierte en el fútbol —no puedo contener la risa al escribir la palabra inversión junto a fútbol—. Un impulso cada vez más grande se puede percibir día a día, se despliegan campañas ofensivas —¿?— de apoyo, abarcando desde los más pequeños hasta los ancianos. El gobierno y la empresa privada han invertido —¿?— en mejoras para el bienestar de las personas que asisten a los espectáculos deportivos, han dispuesto más comodidad en los sillones de los bares, cantinas y reductos alcohólicos, al igual que la inversión en las pantallas gigantes, proyectores y sistemas de sonido; sin los cuales, el soporte al deporte nacional sería nulo, casi imperceptible. Por lo anterior, la discusión acerca del avance —¿?— del deporte nacional es inminente, urgente y de importancia nacional, a tal grado que a cualquier lugar a donde usted vaya escuchará sesudas discusiones acerca de las soluciones y atrancones que el deporte rey —¿?— está sufriendo.

Son tantos los espacios de discusión que se están abriendo que el contagio es general, la cantidad de radioemisoras y canales de televisión dedicados únicamente al deporte, los espacios en los radioperiódicos y en los noticiarios televisivos no se hacen esperar, además los treinta minutos que algunas radioemisoras dedican a la importante remembranza de las efemérides futbolísticas, sin mencionar los desplegados que se realizan en los periódicos y las campañas de solidadirad que incluyen recolección de firmas para lograr el irrestricto apoyo del pueblo para que la selección logre un escaño en la clasificación general de la FIFA, comparado únicamente en su magnitud e importancia con las reuniones del G8, en donde los miembros de dicho cónclave discutirán la agenda que incluye la discusión acerca del indulto que recibirán los países más pobres acerca de la deuda que sostienen con países ricos —según promesa preacordada—.

Sin más rodeos: me exacerba. Lo peor es que se trata de una plaga, un mal contagioso, alucinante, de mal gusto. No encuentro, por más que he tratado de girar el prisma por el cual observo al mundo, un lado amable de esta situación. La gente se pone fuera de sí, se convierte n en energúmenos, es una encarnizada lucha para defender su posición, todos tienen respuestas y la solución al problema —¿?— que afecta al fútbol. Que si técnica, qué si garra, qué si son ebrios, que si les falta porte, que si les falta juego aéreo —¿?—, que si no hay guardametas, que si lo que hace falta son delanteros, que zagueros son los necesarios, que ya no existen buenos futbolistas, que el último bueno fue el PepCastro, que se tienen que abstener de relaciones sexuales un mes antes —¿?—, que… una sarta de vericuetos y teorías, las cuales más de algún iluminado defiende a capa y espada. Los peores son aquellos que defienden esto como algo de importancia nacional, una situación que debe de tratarse con urgencia y como decía uno de estos filósofos futbolistas cuando le solicité me hablara de otra cosa: «Por gente como vos, que no tiene corazón, que carece de sentido patriótico y deportivo, es que estamos como estamos. No entendés que esto es necesario para que el país se desarrolle.»

En vista de que parte de la culpa del subdesarrollo del país recae en mi reticencia a la filosofía futbolística, hago del conocimiento de todos desde esta humilde tribuna, el grandísimo dolor que me provoca en el alma la actitud que mantengo, la cual —según el filósofo futbolístico citado en el párrafo anterior—sigue hundiendo al país. Ahora bien, aún así lleguemos a ser del noveno mundo, ni con danzas y brebajes espirituosos lograrán me trague semejante aberración, por lo que seguiré estoicamente cargando la culpa y la dolencia que esto me provoca.

Edwin Enrique Soria Juárez

7 comentarios:

Zauberlehrling dijo...

Disfruto del mundial de fútbol. Incluso, al extremo, podría disfrutar de ver un partido callejero. Sin embargo, odio el fútbol. Me interesa una vez por milenio. Y creo que la causa de mi apatía, es ese tipo de conducta que describes: Mi padre mira el fútbol y mira el fútbol y mira el fútbol. Es lo que le gusta y es lo que hace. Nunca toca un libro, nunca va al cine.

Cuando las prácticas se vuelven ese tipo de adicción sofocante que impide hacer o desenvolverse o interesarse al menos por otra cosa... No me interesan.

Enrique Soria dijo...

Yo disfruto el fút, pero detesto el que deseen filosofar acerca de algo tan trivial.

Salú

José Joaquín dijo...

Eso también es cierto tampoco.

La primera web que armé fue de fut y ahí yo "filosofaba" sobre algo tan trivial. Pero sigo pensando que igual de trivial es hablar de Borges o Monterroso, pero claro, ahí me estoy metiendo en otro rollo (eso es arte, bla bla bla, eso si vale la pena porque construye el espíritu, bla bla bla).

El deporte recreativo es importante y es importante que la gente que se gana la vida jugando al fútbol, lo haga de manera decente y que si es posible que sea buena.

A veces me considero afortunado, porque pese a mis limitaciones puedo jugar en dos bandos: el intelectoide (que no intelectual) y el futbolero. Me cago de la risa de los dos.

Fernandub dijo...

Odio el futbol desde que mi papá lo agarró de excusa para chupar más temprano y más veces por semana.

Que vivan los rojos.

Anónimo dijo...

Estoy en semiacuerdo... jejeje.

El fútbol es una anestesia para el pueblo, pero no debe negarse que ha dado un poco de esperanza, ha servido de aliciente para que la gente viva con mayor orgullo por su patria, el sentirse orgulloso por ser oriundo de un país de ganadores. Lo malo está en que se convierta en una especie de fanatismo y de desconexión a las actividades primordiales para ser mejores. Que no se dependa de ello, sino que no deje de ser eso: un deporte, un juego. Cuando sobrepasa esa dimensión es cuando se tiene un dolor como el que describe El Seco.

El Esquimal

Enrique Soria dijo...

El deporte es el deporte y es para el alma, el espíritu y el cuerpo si se quiere, pero de la cancha no encuentro por qué sacarlo de un plano mayor al que le corresponde: entretenimiento —léase circo romano—. Sí se es malo, se es malo, si se es bueno se es bueno, pero no creo que valga la pena atiborrar espacio con algo que tiene que ver con el desempeño físico y la astucia, y tratar de justificar la discusión de este, cuando se deja en segundo plano la forma de vida y la sociedad que deseamos construir. Ahora bien, se dice que la literatura puede ser así para algunos, pero con la literatura se avanza aunque sea un poco al hacer conciencia de algunos temas, por mucho que se parezca a Cohelo. Sin embargo prefiero hablar incluso de automóviles y de películas —para ejemplificar dos temas totalmente triviales— que perder mi tiempo en hacer comentarios supuestamente filosóficos acerca del deporte. Que el deporte da un mayor sentido de pertenencia —discutible—. ¿Luego de perder tantos partidos se siente usted más chapín? Cualquiera iniciaría con decir que él no los perdió, sino que fue la selección. ¡Ajá! Pero si la selección los hubiera ganado sí dirían “ganamos”. Ahora bien, todas las discusiones acerca del deporte las puedo resumir en: Gana el que es bueno y pierde el que es malo. La suerte o el destino no existen. El que bien entrena, bien gana.

Termino con tres frases célebres acerca de la concepción del deporte:

El amor es el único deporte que no se interrumpe por falta de luz.
Noel Clarasó

Cuando un hombre quiere matar a un tigre, lo llama deporte; cuando es el tigre quien quiere matarle a él, lo llama ferocidad.
George Bernard Shaw

Deporte: yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara.
Jorge Luis Borges

José Joaquín dijo...

Ahora que mencionamos Borges, me acuerdo de que en un blog argentino alguien mencionó que hubo un cómic en el que el personaje jugaba como Maradona, pero hablaba como Borges y se llamaba Bordona. Un total cague de risa. Busqué el link para traerlo, pero no lo encontré.