martes, enero 18, 2005

Maturus

Al inicio pensé intitular este escrito con la voz del latín Prudentia. Tengo el eco en la memoria, que en más de alguna ocasión se me recomendó manejar con prudencia. Pues resulta que además de ser parte de las cuatro virtudes cardinales: prudentia, iustitia, fortalessa, temperancia (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), es la capacidad de discernir y distinguir lo bueno o malo, para seguirlo o huir de ello. Es decir, nos hace conocer y practicar los medios más conducentes para obrar el bien. Con lo cual sería un sustantivo adecuado.

Sin embargo, maturus (maduro) adjetivo que sobreviene en el sustantivo madurez, quizá resulte un sinónimo de prudencia (buen juicio, sensatez) adecuado.

Hipótesis: es necesario acaso, ser únicamente marudo/sensato/prudente para no sufrir accidentes. No.

Acaso ayudará, pero no es lo único que nos librará de un accidente. Hay que estar avispado, sereno y encomendado a todos lo santos y la flor de izote. Son fracciones de segundo en donde la observancia de las señales viales, nuestra pericia y el caos vial nos llevan esto remolineando por el caño del retrete.

Hay inventos del hombre que se hacen necesarios en esta modernidad para desempeñar nuestra vida, hay “lujos” que resultan en peligros, existen elementos de la modernidad que nos hacen apartar la vista de la actividad principal que realizamos, la tecnología es nuestro pan y nuestra ruina, como los teléfonos celulares o la radio.

Sólo al hombre se le ocurre cruzar fronteras físicas (no pongo limitaciones porque van a decir que estoy siendo negativo y me van a inundar de pensamientos de positivismo y presentaciones de Cohelo) con las cuales pone en riesgo su propia integridad.

Sólo el hombre se destruye y lastima a sí mismo y a su especie de manera innecesaria, inútil y perversa con sus propios inventos y descubrimientos. Sólo el hombre.

Sirva pues este tropiezo automovilístico para modificar mis costumbres, cultivar mi prudencia y afianzar mi madurez.

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