Institutum Technicus Industriale Georg Kerschensteiner*
Si de antemano pudiésemos determinar en el niño la profesión para que está llamado por sus aptitudes y, hacia cuál de los innumerables sectores del trabajo humano tienden sus actividades manuales y espirituales, cabria establecer por adelantado el género de educación que fuese adecuada, sin que hubiésemos de descuidar por ello la preparación general del individuo y sin tener que dejar desaparecer en el profesional al hombre.
Georg Kerschensteiner
Existen personas que nos marcan, que dejan huella y trascienden a costa de nuestra memoria. Las instituciones también, máxime aquellas en donde nos formamos. El Instituto Técnico Industrial Georg Kerschensteiner (ITI GK) me marcó. Habría que decir acaso que me marcó el tiempo estudiado allí, vivido allí, pero siento la influencia de él como si fuera de una persona.
El Brujasteiner —como le llamaban al busto de Georg Kerschensteiner—, no lo conocimos más que por el nombre, nunca se nos habló de él. Mucho después por cuestión de curiosidad averigüé que don Georg había sido un prominente pedagogo, a la altura de Kipling, pero girado a la educación técnica. De él no tengo mucho que decir, más que la cita que pongo al inicio, es acaso lo que más recuerdo de la investigación que hice acerca de él.
Ahora del instituto, de mi academia —hablando de academia, recién me dio un ataque de risa y es que llamarle a un antro de aprendizaje militar “academia militar”, a quién se le ocurre semejante oxímoron—, tengo tanto de qué hablar, tanta anécdota, tanta vivencia. Los tres mejores años de mi vida pueril. Acaso la marca que tengo en donde entierro los recuerdos infantiles y nacen las experimentaciones y la búsqueda inicia allí. Para que conste en actas, el técnico fue inaugurado en 1964, año en que ingresó la primera promoción y la semana que pasó estuvo de aniversario.
Extraño las desveladas, los diluvios que acaecían en esas calles, las muchachas en falda, las parrandas, los escotes,la extraña gente de la costa sur y su seudoburguesía mantenida por algún familiar que vivía en Estados Unidos, las toallitas que cargaban las mujeres para secarse el sudor, los chismes del pueblo, los aspavientos por las actitudes de los del técnico, el bautizo, los apodos, las cartas, los espantos, las arpías mazatecas, los hombres-pavorreal que se paseaban por el parque, la precocidad que da el calor y por sobre todo, extraño la camaradería de mis hermanos y la forma en que conocimos el país, el valor de la vida y la importancia de la asociación. En cierta forma extraño a los catedráticos-instructores, a los buenos y a los peores, incluso a los hipócritas y los ladrones, menciono algunos sin etiquetarlos, la historia dirá quién es quién: Bailongo, Nalguitas, Farol, Camellón, Chivo, Chucho Cansado, Lursen, Garlopa o el Mítico Charro de las Calaveras, Chespirito, Escobita, Repollo, Charrito, Tacuazín, Burro, Piocha, Gato, Barrientos, Buda, Calito, Pastor Salas, Tomasín, Roblón, Yac, Wilson, Bocanegra, Canahuí…
Ojala algún día recupere la lucidez, las buenas prácticas y la buena enseñanza el Técnico. Como buen soñador espero el día en que salgan de esa casa de estudios los cuervos y los esbirros.
Once años, once… unos ya con hijos, otros perdidos del mapa…
Salud y feliz aniversario tecniquitos, he disfrutado escribiendo esto, recordando y riéndome, un abrazo fraternal: Bruja, Esquimal, Chorizo, Califa, Pashama, Tota, Shecas, Kawasaki, Macumba, Rana, Huevo, Mishica, Garibaldi, Cangrejo, Sierra, Chile Gringo, San Ferro…
El Seco
P.D. No se les olvide rezar la novena a San Ferro, mandar para el gasto de la marimba de hijos que le dejaron a
la Media Noche y dice Aramis que les tiene algo guardadito…. Huuy Vos…
*Kerschensteiner, Georg
(Munich, 1854- c., 1932) Pedagogo alemán. Se le conoce especialmente como creador de la «escuela del trabajo», cuyo modelo llevó a cabo en las escuelas públicas de Munich (1910-1914). Autor, entre otras obras, de El problema de la educación pública (1925), Concepto de la escuela del trabajo (1928), La educación cívica (1934).