jueves, mayo 31, 2007

Maius Zompopo

zompopo. (Del maya zonm, hormiga, y popo, grande

Los Zompopos de Mayo son una de mis aficiones infantiles. Lo que más me agrada es que anuncian en silencio y con alfombras (amanecen en el asfalto) la entrada del invierno. La época de lluvia para ser más correctos, ya que en estos trópicos mayenses, existen únicamente dos épocas: lluviosa y seca.

La costumbre en el colegio era ponerlos a pelear. Un campeón podría durar hasta dos días. la preparación a la batalla incluía (cuando aún las tenían) la amputación de las alas. Luego de cada pelea ganada solía pintarles con corrector blanco un punto sobre la espalda, al muy estilo tribal.


Hoy en la mañana localicé sobre el capó del vehículo a dos en plena lucha, la fotografía la tomé con el teléfono celular, así que les debo la nitidez de la imagen.


En aquellos días en el recreo del colegio, podían concertarse hasta seis peleas. Los retadores sobraban. En ocasiones había que tener hasta tres púgiles para lograr, al final del día al menos con un campeón. Tiempos aquellos.

Espero que los ambientalistas y los amigos protectores de la naturaleza no me levanten juicio. Eran sólo juegos infantiles, obviamente crueles, sino carecerían de lo infantil del juego. Por cierto, se me olvidaba mencionar que a estas hormigas gigantes (un campeón puede medir hasta 2.5cm/1pulgada) les remueven la última parte de los mismos (el culito pues), el mismo se pone al comal y ya tostado, se come con tortilla y limón.

Saludos,

lunes, mayo 28, 2007

Metus I

Alonzo es una maraña de miedos. No es que él haya nacido con estas deficiencias, es nada más la consecuencia de las experiencias de vida que ha tenido.

Alonzo tiene tantos miedos y odios que en ocasiones lo paralizan completamente. Como el miedo a los actos públicos, protocolarios y sociales. El problema de todo no es en sí el acto, aunque en ocasiones lo exasperan, sin embargo lo que va aderezado a una invitación es lo que no le agrada en ninguna escala.

Existen ocasiones en que llegan las invitaciones para un té, la presentación de un libro, una graduación o una simple y llana boda. Alonzo únicamente hace nada más que observar el sobre y no abrirlo. Lo más que hace es colocarlo a trasluz, tratar de descifrar quién lo envía y para qué es el acto. Ahora es tan difícil saber quién envía qué, las invitaciones vienen sin remitente, las envían impersonalmente por un repartidor profesional y este las desliza por la rendija de la puerta y eso es todo. Nadie sabe quién la envía o cuál es el motivo. Existen sí, las que pudieran ser más fáciles de reconocer, sin embargo es todo un arte el descifrar, tanto así, que el explicarlo podría bien ocasionarle una lobotomía o un ataque existencial y consabidas secuelas de las que nadie quiere estar enterado, de tal forma que esto, por el bien de Alonzo y la humanidad lo dejamos fuera.

La gente es una desconsiderada, no se da cuenta de las complicaciones de hacer algo tan simple como invitar a un acto social a otra persona. Alonzo escucha un sonido suave y rápido. Es un sobre que alguien deslizó bajo la puerta.


Actuālis

(Entrada titubeante, bajo los efectos de tos producida por una densa nube de polvo, causada esta por la sacudida de la casa olvidada.)

En buena forma, agradezco a los necios y esperanzados lectores que visitaran el blog en busca de alguna actualización. Sepan disculpar mi ausencia, aunque imagino habrán los que pensarán que para qué agradezco, si ni falta que hacía. Libres todos de pensar lo que más les convenga.

No es inicio de año, acabo de novena o cuarenta días, así que no prometo nada. Únicamente esta entrada es provocada por mi necedad de seguir en estos cibernéticos lugares.

Realicé algunos cambios, me pasé a la nueva versión del blog y le agregué etiquetas a las viejas entradas. Le coloqué una foto al encabezado de la bitácora y cuando tenga tiempo o paciencia arreglaré otras cositas (la amplitud de las entradas, por ejemplo), sin embargo como no soy bueno en eso de los lenguajes de programación, me llevará tiempo.

Saludos pues, y a ver qué sale ahora, insisto y retomo, no prometo regularidad, ni existe quizá quién la solicite o necesite, más que este servidor de las letras.

Saludos pues,

Edwin Enrique Soria