viernes, agosto 12, 2005

Cognoscere – insignare/transmittere – caloris

Iniciemos por replantear las tres incógnitas que Karlos Méndez nos recuerda, a razón de la duda surgida a Descartes al completar sus estudios.

  1. ¿Qué tanto sé de lo que me han enseñado?
  2. ¿Qué se llega a saber en la vida?
  3. ¿Al morir a donde va el conocimiento?

Renato Buezo proponía que el conocimiento se convierte en calor, sólo si este se utiliza y se transmite.

Habrá acaso que postular que el conocimiento almacenado en el cerebro —donde se supone se encuentra— es un elemento calórico; entonces, ¿será energía en estado potencial? Si es este el proceso, ¿será el conocimiento nuestra parte divina? Esto anterior en el sentido Griego, interpretando el acto primo como energía potencial, por consiguiente nosotros, la energía cinética. En cualquier caso entra la interrogante de Carlos, y por supuesto la respuesta de Renato.

Ahora pensemos en la energía que transformamos/perdemos/ocupamos en tratar de asimilar conocimientos. Imaginemos que ese calor pudiéramos absorberlo/desviarlo a un acumulador electrolítico. Dicha energía en el acumulador vendría a ser el acopio óptimo de energía. Energía a bajo costo monetario y alto nivel cognoscitivo.

Las disyuntivas sobre este acumulador podrían ser ¿para qué usar esa energía? o ¿qué puede suceder al consumir dicha energía?

Si sucediera el caso que dicho diferencial de tensión energética pudiera consumirse por otro mortal ¿podría este equiparar el conocimiento que generó esta misma?

Imaginemos que cierto sujeto logra depositar en el contenedor energético tal cantidad de energía como para realizar el trabajo que supone retornar al estado divino. ¿Sería esto posible? Acaso podría ser que tuviéramos pequeños dioses electrolíticos. Pudiera darse el caso que dicha fuerza electrolítica fuera utilizada para proveer iluminación artificial. ¿Llamaríamos entonces a esto iluminación divina?

Puede que usted esté pensando un lucrativo negocio, que se dedique con un par de electrodos conectados a las sienes de estudiosos a recolectar energía. Puede que esté razonando usted en fabricar un galán acumulador y dedicarse a generar dioses a pedido de sectas religiosas. En ultimo caso quizás le esté carcomiendo la idea de que si consume energía suficiente pueda regresar su materia a un estado celestial, que el atragantarse con ella le dé un espacio en el olimpo, en el cielo o que si no es lo suficiente por lo menos le ayude a llegar al purgatorio. Pero claro, todo esto es nada más que una lectura inútil más que usted ha hecho y que seguramente echará de menos a la energía que ha desperdiciado en esto, porque aún no ha logrado la humanidad construir dichos acumuladores celestiales.

Edwin Enrique Soria Juárez

P.D. A todo esto no logramos ni usted ni yo responder a las incógnitas de Descartes, pero lo insto a que si llega a la conclusión, la reparta en un par de baterías AAA, que son las que usa generalmente mi control remoto, entonces podré trasmitir las mismas en el televisor. Gracias.

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