El Sapo es el nuevo compañero de Relámpago. Dos días han tratado de que trabajen juntos. Relámpago, al llegar a la pila cae recuerda a Lucero y confía en que el Sapo lo arrastre cien metros.
Prefirieron dejarlos pastar. Al liberarlos, El siempre impasible Relámpago empujó al Sapo, una vez, otra vez y otra. El Sapo se alejó unos cuatro cuerpos, volteó a verlo y arremetió hacia el Relámpago. Aquel melancólico buey alzó la mirada y esperó una certera cornada en el cuello sin moverse un solo centímetro.
Edwin Enrique Soria Juárez
1 comentario:
A veces me da miedo llegar al punto de Relámpago, cuando ya quien daba sentido a la vida no está y nos vemos forzados a tomar una salida o sufrir para siempre.
Me gustó mucho esto. Saludos.
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