let it shine, let it shine, let it shine.
En otras ocasiones he tenido
la oportunidad de asistir a Misa en diferentes latitudes. Movido por mi
Cristiandad y la curiosidad de conocer los ritos propios de cada comunidad. Sin
embargo, las comunidades del Caribe siempre me han llamado poderosamente la
atención.
Hay dos actores principales
en estas visitas dominicales que me motivan. La influencia europea alejada de
la española en estas comunidades, que es la que conozco, y la influencia del
Godspell.
Tocante a la influencia
europea, en ciertas partes del rito, no son aún tan progresistas como en Latinoamérica.
Aún se observan fórmulas muy antiguas y es así que funciona para ellos. Sin embargo,
hay ciertos rasgos que me parecen altamente curiosos, alejados del rito y la
religiosidad. Ejemplo claro de esto, es el hecho de que se publique en un lugar
especial junto al púlpito, el monto de la ofrenda recaudada el domingo
anterior. Situación que me parece plausible, muy transparente y digno de que en
muchas iglesias se copiara, sin importar su denominación.
Aun cuando muchas de estas
comunidades pertenecen al CELAM, insisto, el aire de la Iglesia Católica que
conocemos no se respira acá. El único guiño que he visto es escuchar el cántico
de Alabaré, alabaré, en inglés; sin embargo, la sección del coro se mantiene el
coro en español. Otro bocado agridulce, muy al estilo de estas latitudes.
Por lo demás, aun cuando
mastico el inglés, se me hace difícil seguir la liturgia. Las fórmulas, los
rezos y los cantos en inglés me pierden. Aunque normalmente, en se te entregue
un librito para seguir el rito y los cantos. He de decir, con toda sinceridad
que no siento lo mismo al dar la paz y decir peace brother. Además el acento del inglés del que preside, normalmente
filipinos, no ayuda y queda como otro guiño, como nota distintiva causa de la globalización,
la cultura y el acento del rito.
Mi parte favorita es el
Godspell. Cada vez que tengo la oportunidad descubro una nueva canción y al
investigar me doy cuenta que hay muchos guiños entre la iglesia luterana, la evangélica
estadounidense y ese movimiento de los cuerpos, las cuerdas bucales y el alma,
que tienen los isleños y los afroamericanos.
Muchas de esas canciones son
cantadas incluso por grandes de la música, como Bruce Springsteen. Muchas incluso
son hits de algún conteo de muiscal, e incluso son una sección aparte al
momento de premiaciones, como en los Grammy.
Cadencias, panderetas,
aplausos, palmas y esas privilegiadas voces que adornan las notas musicales tan
magnánimamente. Hay más gozo, más color, mucho más buen humor, que en ocasiones
quizá sólo encontremos rastros de esto en iglesias muy orientadas a la
Renovación Carismática, sin embargo es un tono diferente, no hay gritos ni
espectáculos sobrenaturales, simplemente son voces, órganos, palmas, contoneos
y manos alzadas, todo en completa armonía, sin necesidad de altos decibeles.
Aun con lo que se hiciera en
Latinoamérica, sería imposible llegar a este sentido de gusto musical, de coros
urbanos, voces llenas de color y armonía naturalmente. Es algo, que sin lugar a
duda llevan en la sangre, es parte del imagiario cultural, raíz de su fe, del
sincretismo y del gozo particular de cada raza. No es ningún secreto que a muchos cantantes de habla inglesa los ha
catapultado la participación en estos coros, muchos incluso incluyen estas
canciones en sus álbumes.
Ese contoneo es el que me
llena en esas visitas dominicales en estos lares, es eso lo que me mueve y me
alimenta en la semana. Esos melódicos coros de voces que rebotan en mi
imaginario esos siete días y más, como esta que se me quedó pegada y les
comparto deseándoles un feliz domingo.
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