martes, junio 26, 2007

Obscēnus

Sus manos eran obscenamente delgadas. Esos dedos largos y huesudos eran interminables. Para crear una apariencia de final, en los extremos de las uñas ella pintaba unas líneas blancas, perpendiculares a sus dedos. Sin embargo, esas puntillas blancas parecían más puntas de lanza que finales de tormento.

Al final ella durmió. Con un pequeño corta uñas, Alonzo decidió librarse de los infinitos que marcaban esos huesudos dedos. Cortó lo blanco y lo menos blanco. Respiró y tomó descanso. Al despertar el rojo que brotaba había inundado la habitación y Alonzo no pudo más.

insolĭtus

Al despuntar el sol, Alonzo notó algo raro. El ambiente se tornaba intenso. La translucidez de la cortina dejaba pasar un halo que lograba paletas dantescas en la habitación. La pasta de dientes no limpiaba adecuadamente. El café no espesaba.

Al doblar la esquina, luego de salir del complejo habitacional. El voceador de periódicos le extendió el diario. La primera plana anunciaba algo insólito. Algo macabro para estos días en que todos aparecían muertos en toneles en pedacitos irreconocibles: Anciana es localizada muerta en su cama, al parecer dejó este mundo por muerte natural.

viernes, junio 15, 2007

Harmonía

Cansado de la música de supermercado, de visitar tiendas y tiendas en busca de un par de zapatos que combinaran con ese maldito vestido blanco, estampado con flores rosas. En uno de las tiendas tomó una caja de zapatos y la manoteó. El flujo de la emoción lo llevó a entonar canciones de cantina, aquellas que Alci Acosta les susurraba a las prostitutas desde la rockola del bar de su pueblo.

Al embelezo de “la copa rota” y “no renunciaré”, alzó la vos tan fuerte que la gente se agolpó en la tienda a escucharlo. No era por la magistral ejecución, más bien era por que era un bicho raro, y como era común, pensaron los transeúntes que era otra atracción del establecimiento. Todo terminó hasta que Malvina lo sacó del brazo y lo obligó a partir canturreando: … Ahora verás lo es tener las alas rotas / Ahora sabrás lo es llorar por la derrota. / Lo que me trajo tu maldad no tiene nombre…

Manus scriptus

De mi nueva incursión en las redes de la Internet, he caído con algo sorprendente y curioso. Me he asombrado con este texto por el hecho de que está relacionado directamente con el arte de escribir y que este oficio, sea en muchas centurias después, si el escribiente llega a ser bueno, o si se localiza su escrito y nadie lo entiende (tal es el caso del manuscrito de Voynich) puede este ser fuente de estudio o simple lectura. Como aprendiz de escribiente me atrapó cierto sentimiento que no puedo describir más que una corriente eléctrica que llegó directo al hipotálamo. El Argentino Marcelo Dos Santos, autor de un libro dedicado completamente al Manuscrito de Voynich, diserta en Axxón (vínculo) sobre el manuscrito. Por razones obvias, no escribo sobre esto, que sea Marcelo el que les cuente el rollo. Como extremo raro en esta bitácora, escribo sobre lo que otros escriben, comprenderán al leer la historia mis motivos.